Imagino que los trece catorce y quinceañeros se lo pasarán pipa con esta patochada: varias tiparracas al más puro estilo Ángeles de Charlie (pero con más tías, no sólo tres; eso sí, mantienen a una china fea en el grupo) se dedican durante todo el metraje dar brincos y soltar coces a los malos vestidas con mallas apretadas y cuatro telas más.
Hay que ser honestos. Estas películas funcionan. Tienen su público. También es muy fácil, con un material tan endeble (por llamarlo de alguna manera...) que el que lo maneja, si no sabe hacerlo, produzca un bodriazo. Pero cuando se tocan las teclas adecuadas, estas películas funcionan, sí.
También es cierto que, cuando funcionan, como mucho dan para dos míseras estrellas. Vamos, que funcionan para los adolescentes pajeros que babearán sobre sus cuencos de palomitas viendo los culos de las tías de turno dando patadas a diestro y siniestro.
Ahí es justo donde encontraremos esta tontería de película. Una tontería. Pero tiene su público. Respetémosles.