Tintes de historia seria y consecuente con bastante interés como para deslumbrar a medio mundo, y esto pasa de vez en cuando, antes más, con una manera de hacer cine sin complejos, lleno de pausas necesarias para el director y no para el público pero también agradecidas. A lo que me refiero es a ese talento para respetar la historia fuera de comodidades para el público y esto es uno de los valuartes del cine europeo de cierto nivel.
Si encima nos encontramos con unos niños, un coro... la típica historia que nos saca de la realidad que nos encierra en todas las carteleras pues acertamos seguro acompañado con una dirección no arriesgada pero sí correcta y sobre todo propia y esto a muchos nos gusta, joder.