Hemos tenido que esperar más de dos años para que esta película, que tiene en su haber premios en el Festival de Cannes, en los BAFTA y en los Premios Independientes del Cine Británico, consiga estrenarse en España. No es cuestión de empezar el discurso de siempre, pero da que pensar, y mucho, en todo ese interesantísimo cine que se vuelve invisible a nuestros ojos. De ahí que haya que aplaudir iniciativas como la del Zinemaldi de 2009, con su sección dedicada al nuevo cine francés y, en general, a cualquier ciclo o retrospectiva que se programe.
Esta película fue presentada en el Zinemaldi 2007 bajo la categoría de Perlas de Otros Festivales, y está entre las películas mejor valoradas del curso cinematográfico de 2007.
La historia de este film me resulta apasionante. Uno siempre siente debilidad por los biopics con estrellas malditas de la música. Sin ir muy lejos, me encanta la visión que Oliver Stone aportó sobre Jim Morrison. En esta película el turno es de Ian Curtis, cantante y líder del grupo mítico Joy Division. Si alguien no los conoce, que se enchufe el spotify y escuche un par de canciones, así sabrá si ésta es su película.
Sin ser los protagonistas, pero a la vez siendo lo mejor de la película, la historia de Ian Curtis y de Joy Division fue llevada al cine por Michael Winterbottom, en la fabulosa 24 hours party people, en la que, como apunta mi compañero Sherlock, Sam Riley, protagonista de este film, tenía otro papel. Su pareja en la pantalla será Samantha Morton, una prometedora actriz que se ha quedado en el camino. Junto a ellos, Alexandra Maria Lara, todo un lujo de actriz, a la que hace muy poquito hemos podido ver en El lector y RAF.
El director del film es Anton Corbijn, director de videoclips de bandas tan importantes como U2, Metallica o Depeche Mode. Un artista que seguro que habrá dado con el tempo y el formato necesario.
La historia de otro mesías de la música para quienes vivan la Semana Santa con ánimo pagano.