Cuando un par de directores dicen tener como referente una película como Halloween de John Carpenter, me pongo en guardia. Es como decir que el referente es Psicosis. Ya ha habido tantos otros que han andado ese camino que está pisoteado con ganas.
Ya lo han definido de sobra mis compañeros, un slasher francés bastante bestia, con aspiraciones a herir la sensibilidad del espectador. Conmigo no lo tienen difícil, aunque tengo la sensibilidad un poco atrofiada con tanta película y, especialmente, con el telediario, podrán conseguir que aparte la mirada en más de una escena. Muy bien. ¿Y? ¿Qué hemos conseguido con esto?
Revolver las tripas del espectador medio es algo relativamente sencillo. Quizá lo tengan un poco más complicado con los depravados de la semana de terror de San Sebastián. No veo demasiado mérito en ello ni mucho menos interés. Si ese va a ser el mayor valor de una película que se apunta al cine de género más restrictivo, menos original, será algo que no me interesa.
Sin embargo, algo tiene que tener. En Sitges ganó varios premios, como el de mejor maquillaje que no me dice mucho, el del jurado joven que me dice demasiado o el Méliès de plata a la mejor película europea, eso ya es otra cosa. También ha estado en el festival de Toronto. El caso es que, en general, esta película está bastante bien valorada, por lo que le daré una oportunidad. Miento, le daré una oportunidad porque está en la semana y se ve lo que toque.
Sin demasiadas expectativas pero con cierta curiosidad me acerco a esta ópera prima de Alexandre Bustillo y Julián Maury, que después rodarán un remake de Hellraiser. Poco prometedor. Lo que sí ofrecerá será una buena dosis de sadismo que espero que no se torne en aburrimiento.