El director de La niñera mágica nos ofrece una película de familia, de fiestas navideñas, de entrañable entretenimiento basado en la ternura moderna de la estructura familiar actual y no en la melosidad injustificada. Con esto ni mucho menos salvo una cinta que no profundiza sino que trata de descirbir de soslayo una situación de nuestra sociedad para envolverla en un entretenido diálogo de viejete simpático y vital. Robert De Niro.
Hace tiempo que, sobre todo en su país, la figura de este actor genial funciona perfectamente en la comedia en general. Esa taquilla, que le ha alejado del cine cine, o igual lo ha elegido él, demuestra que tiene el magnetismo suficiente como para que aguantemos viendo el film sin ningún problema ni queja. Nos entretendremos y nos diremos al final, vaya rato sin más que he pasado, pero es que el que elija verla es que quiere eso mismo, ni gritos, ni muertes, ni misterios, sino bondad de clase media.
La presencia de tres grandes mediáticos como Drew Barrymore especialista en este cine (Qué les pasa a los hombres), Sam Rockwell (Moon) curioso verle aquí y Kate Beckinsale siempre tan guapa pero poco más(Underworld: evolution) demuestra la sabiduría de los estudios sabiendo que recuperarán la pasta en un santiamén, aunque haya que esperar hasta el videoclub. Si no se quiere esforzar uno ésta es la elección.