Señoras y señores, no me considero ningún octogenario cinéfilo, y tengo una lista de películas por ver infinitamente más larga de la de ya vistas, pero es que si me encuentro con una película cuya frase comercial reza: "Nada es lo que parece". Hago apaga y vámonos.
Desde luego no me parece una buiena declaración de intenciones, sino más bien, un cheque en blanco que se firman su director y guionista Neil Burger para colarnos un truco de esos que se acercarán al escupitojo.
El cine de magos parece que se ha vuelto a poner de moda, ahí tenemos esta película, la nueva de Allen ("Scoop") y la próxima que será "El truco final (El prestigio)". Pero para mí es un género que más bien poco tiene que aportar.
En esta ocasión me gusta la idea a priori de ambientar la acción en la Viena Imperial, habrá que ver cómo se consigue, y me gusta también la otra idea de ver en acción a Edward Norton ("La última noche", "El club de la lucha" y próximamente "The painted veil") y a Paul Giamatti ("Entre copas", "La joven del agua", "Cinderella Man").
Pero me echa hacia atrás, aparte de lo ya dicho, el propio autor, Neil Burger, del que sólo se le conoce "Entrevista con el asesino", y sobre todo me echa para atrás encontrarme con un Norton y Giamatti más preocupados por intercalar cine de Hollywood con produciones independientes como esta para que al público le quede clara cuál es su posición.
Seamos sinceros, una película de magos y sobre magia y trucos se debe sustentar en una idea cojonuda de guión, una vuelta de tuerca que nos deje aún cavilando sobre el conjunto de la película según se suceden los créditos finales.
Y mucho me temo que este no será el caso y que nos la van a dar con una película en la que se nos tratará un poco de tontos y otro rato de despistados. Y ante semejante guirigai pues me encontraré con un Norton y un Giamatti de pasaba por allí.
En definitiva, un castillo de naipes que creo se va a derrumbar al primer resoplido en la butaca.