Me encanta el cine de Julio Medem, siempre disfruto sus películas y en esta encuentro mucho de lo que más me gusta de su cine. Veo como la cámara se monta en el camello entre las hipnóticas ondulaciones de la ropa y llega la herida, o como vuela atrapada al cuello de las aves. Sensaciones y momentos de una belleza que justifica por sí sola seguir de cerca de este director.
Ahora bien, esta vez creo que se ha pasado. Sus películas siempre han tenido segundas lecturas transcendentes, pero entre tanto la trama superficial se centraba en una plaga de cochinillas o en un piloto o en la vida de un camping, es decir, temas que aunque originales, o al menos en el sexo, no pretendían llegar más allá, no desde su primer nivel de lectura. En esta película pisa a fondo el acelerador de la pretenciosidad y del arte más cultureta para centrarse en temas tan densos como los refugiados saharauis o la guerra de Irak. Todo ello comenzando con ese padre y esa hija que viven en una cueva y venden sus pinturas, continuando con ese grupo de artistuchos encerrados en la casa más pesadamente cultureta y bohemia. Aderezado con el turismo espiritual al desierto y al museo de los indios americanos, etc. Medem, esta vez te has pasado de hippie.
Toda la escena final, que se llama “0” y que es precisamente lo que merece, es absolutamente bochornosa. La encarnación de todo el mal del mundo en un político norteamericano es, cuando menos, un poquito maniquea, un poquito nada más. Sonrojante. Chupar el espárrago siempre es divertido y la protagonista está especialmente sexy en esa escena, pero no, no se puede admitir.
La protagonista, Manuela Vellés, es una monada, tiene un cuerpo para el pecado, unos ojos grandes expresivos y una alegría en el rostro que se vuelve contagiosa. Desprende una inocencia sensual que le va que ni pintada al personaje. Ahora bien, quizá resbala un poco en su interpretación verbal, aunque se nota (cuidado que igual estoy equivocado) que el director se ha molestado en pulir mucho la mayoría de sus diálogos con mimo. No termina de estar mal pero tampoco convence.
Bastante mejor veo a la cantante Bebe, completamente natural. También es verdad que viene a interpretarse un poco a sí misma, lo cual es un gran acierto como elección por parte de Medem. Su personaje de feminista amargada de los hombres, eso sí, es verdaderamente cargante.
Otro que me ha gustado especialmente es Asier Newman, quien además, para mi gusto, se lleva la mejor parte de la película. Esa relación obsesiva hacia ella, sólo pudiendo tenerla mediante el hipnotismo, además me parece una interesante manera de expresar la manera en la que penetra en su mente. Ojalá la película se hubiera centrado más en este tipo de cosas y no tanto en la madre de todos los hombres buenos y en la generación de artistas y sus preformances. Me ha encantado ese primer plano de Newman como hipnotizador en la penumbra. No comprendo como ella no le prefiere, es mucho más interesante que el otro.
Lluis Homar, como siempre impecable. Quizá el mejor de todos los intérpretes. Que ella aprezca en el barco con él de esa manera es tan excesivo como necesario.
Me encanta esa primera escena del halcón, una forma de abrir la película original y muy prometedora. Finalmente sólo sirve para que la escena final tenga algo de sentido y no sea todo lo mala que estaba siendo.
En fin, se puede ver que mis calificativos pasan de lo mejor a lo peor a la hora de hablar de esta película. Si fuera una ópera prima estaría exclamando lo mucho que promete este director, pero en estas circunstancias sólo pienso en que este genial creador retome un camino del que no debió salir nunca. Es un respetable homenaje a Ana “que se fue”, y quizá por eso se ha permitido exceder ciertos límites, pero sintiéndolo mucho: dos estrellas.
Eso sí, la próxima tampoco me la pierdo.