Como era de esperar, Paul W.S.
Anderson no tiene ninguna vergüenza en incluir todo tipo de
elementos esperpénticos, entre el disparate y la absurdez, para
hacer su película a lo grande. ¿Un barco volador en la corte de
Luis XIII? ¿Por qué no? Y si hace falta me saco otro de la manga,
¿y una flota entera? Empezamos con un mosquetero submarinista que
asesina desde el interior del agua, y a partir de ahí sabemos que
cualquier cosa es posible y que cuanto antes lo aceptemos antes nos divertiremos.
Y es que, aunque todo en este película
sea un tremendo despropósito, o quizá precisamente por ello, se puede
pasar un buen rato divertido, apagando la mente, y riéndonos con el
director del circo sin sentido que nos propone. Habrá que aceptar
también las copias, y es que tenemos el pasillo de En busca del
arca perdida "demasiado fácil..." dice el personaje y
cientos de dardos desde la pared, para terminar perdiendo el premio
por el villano ¿Belloq? Pero ¿importa?
Lo que queremos es ver correr a Milla
Jovovich con sus inverosímiles y sugerentes vestidos, y sus ya conocidas
acrobacias. Batallas aéreas imposibles (¿por qué no disparan al
globo? Con unos tiros de mosquetón valdria...), luchas a espada
sobre Notre Dame, ver saltar por los aires la torre de Londres... Con
todas las variantes de géneros de aventura mezclados a lo loco.
Y en general un buen reparto, aunque
precisamente D'Artagan sea ese crío algo cargante que es Logan
Lerman. Villano y secuaz, Chritoph Waltz y Mads
Mikkelsen, rebosan un casrisma malvado que es de lo mejor de la
película. En general, el mal se lleva en este caso a los más interesantes.
Eso sí, olvidad el 3D que en esta
película sólo sirve para evitar algún impacto de proyectil y para una lujosa intro animada de la situación de Europa de la
época. Por lo demás, aquí es lo de menos, lo importante son sus
desvergonzadas aventuras sin límite.