Esta película argentina es una tontería. No, no lo digo yo, lo dice el propio director, Enrique Gabriel. Concretamente dice que es una “tontería preciosa”. Yo lo de preciosa no sé si creérmelo, bueno sí que sé: no me lo creo. Lo de tontería es seguro.
Un argumento absurdo, tonto, pero ni siquiera tan absurdo y tonto como para tener algún interés. Un argumento de teleserie en un capítulo mediocre. Un argumento que sólo puede gustar en un festival de cine a un público que cree que las comedias tontorronas que hay que aborrecer del cine estadounidense, en el cine argentino hay que amarlas y aplaudirlas, y decir que todo es muy fresco, que estamos en un festival, coño.
Por supuesto ha estado en el festival de San Sebastián, que ahí cae todo este tipo de producto, desgraciadamente. Participó en la sección de cine en construcción. Porque cuidado, que además la película ha costado hacerse, y no por su elevado presupuesto seguramente. Nadie la quería producir y finalmente el propio director lo ha puesto de su bolsillo, aprovechando las ganancias de su próxima película, Vidas Pequeñas. Un capricho, vamos. Y ahora voy a transcribir unas palabras del director: «al único que le parecía brillante era a mí, y era tan enloquecida que tuve que buscar a otro montador, porque no había quien la entendiese», con esto queda bastante claro el porqué de sus problemas de producción.
Y para colmo es pretenciosa, Gabriel la define como una “fábula moralista”. Y ala, a sumirnos en una mole de diálogos supuestamente chisposos y a aburrirnos con algo que sólo le hará gracia a él y al predispuesto público festivalero.
Prefiero una comedia de Eddie Murphy, por lo menos todo el mundo está de acuerdo en que es basura.
Por si a alguien le interesa, el protagonista es el actor español Roger Coma, al que hemos podido ver en Salvador y en la serie Génesis, en la mente del asesino haciendo de Seca.
Yo sí que suspiro… porque se acabe el verano.