“Diario de un ejecutivo agresivo” es un título que habla por sí mismo. Tonterías al servicio del dudoso lucimiento del cada vez más a la baja, Ben Affleck (“Pearl Harbor”, “Una chica de Jersey”). La portada sinsorga lo confirma. Como iba diciendo, el bueno de Affleck se encuentra en un descenso a lo más bajo del cine saltando de bodrio en bodrio y sin salvar demasiado las películas con su presencia, nunca ha sido un Brando precisamente. Pero es un tío simpático, y eso ya es algo. Una buena comedia a su medida puede venirle como anillo al dedo. Sin embargo, esta no parece ser el caso, todo apunta a lo peor y aun así, hay algo que me inquieta y no sé muy bien lo que es. Quizá se trate de una cuestión de número. Normalmente, este tipo de películas suelen tener un cierto número de perpetradores firmando el guión. Aquí nos encontramos con un sólo nombre, el mismo para el guión y para la dirección. Ese nombre es Mike Binder, un tipo con pocas aunque extrañas películas en su filmografía. Después de todo, ¿lo que parece el producto más prefabricado de Hollywood es cine de autor? No lo creo, pero quizá no sea ni lo uno ni lo otro. Puede que sea un producto con ganas, quizá malo, pero con ganas. Puede que nos ofrezca un par de extrañezas y un asombro aquí y allá, el asombro de encontrarnos con algo cuando esperábamos la nada. Le voy a dar una semioportunidad y, está claro, la veré para después opinar con la fuerza que deba y en la línea que convenga. ¿Probamos?