¡Que manía! Que no, que no hay que coger un libro y fusilarlo para incluir en la película todo lo que puedas. ¡Que no! Que luego pasan cosas como esta. La película es un cúmulo de explicaciones y acciones. Explicación / acción / explicación / acción… “Debemos ir a tal sitio para rescatar a tal persona y luego esto porque tal y cual” y lo vemos, la música sube y un gran plano general rodado íntegro en 3D nos sirve de transición.
La película resulta ser un atropello agobiante de sucesos, uno tras de otro sin un solo segundo para mirar el paisaje, sin poder entrar en ningún personaje, porque ya estamos a otra cosa. Y terminamos como empezamos, con explicaciones sonrojantes sobre lo que viene, que será en la próxima entrega.
Si las casi 400 páginas de Las luces del norte no caben en menos de dos horas, pues no caben y punto, lo que no se puede hacer es apretar y empujar, sentarse encima del guión para ver si aplastando cabe todo. Lo que se consigue es que el espectador pase por todas las escenas sin prestar verdadera atención a ninguna de ellas. Los niños secuestrados, el misterio de la brújula, los mundos diferentes, el polvo… no se nos muestra, se nos explica, a veces sólo se nos nombra. Carece de la más mínima emoción, no se sabe encontrar el suspense en ningún momento, y mira que podrían aprovecharse mil situaciones para ello, con una mínima preparación, una tensión previa… pero no hay tiempo, hay que explicar algo más. La película queda así fría como la nieve del polo norte.
Por otro lado, el guión contiene momentos de una torpeza exagerada incluso para una película para niños y licencias excesivas incluso dentro del mundo de la fantasía. ¿Por qué la niña anuncia sus planes sin ni siquiera pensarlos? Planes rebuscadísimos a veces que no hay por donde meterles mano. No puede ser que al final saque de su bolsa la lata con el bicho mecánico que ha capturado a mitad de la película ¿por qué se ha llevado ese gran bulto inservible, ruidoso y peligroso a todas partes? ¿Por si le hacía falta? Podríamos nombrar muchísimos más momentos de inverosimilitud extrema y de situaciones absolutamente provocadas. ¿La cría se esconde justo para ver como ponen el veneno? “Le hemos decantado su vino” y entra directamente a beber ¡por favor! ¿Se puede ser más torpe provocando un conflicto y su resolución? Todo esto unido a la molestia de explicarnos continuamente la película, con diálogos con sus propios deamons para resolver las dudas del público. Nefasto.
Discrepo, sin embargo, con mi compañero Rómulo, en cuanto a la imaginación demostrada. Esta película está bastante más cerca de la ciencia ficción que de la fantasía – por eso no entiendo demasiado la existencia de las brujas – y me interesa mucho ese concepto de múltiples universos en función de las diferentes posibilidades de la continuidad. Evidentemente es una falacia, pero me parece curioso e interesante y por ello creo que está plenamente justificado ese “revoltijo”, steampunk al estilo de la reciente La criatura perfecta, que nos lleva a la estética victoriana, que tanto gusta en la ciencia ficción, en la que vemos insectos que funcionan con los engranajes de un reloj, los tan agradecidos dirigibles, vaqueros voladores, laboratorios de cristal en el polo norte iluminados por una luz intensa. Creo que en este sentido, se ha conseguido mucho mejor, a nivel estético al menos, que en La criatura perfecta, posiblemente por cuestiones de presupuesto. Sí veo imaginación, en forma de remix, eso sí, muy fiel al subgénero pero compuesto con precisión e imaginación. Creo que este sería un material perfecto para que Miyazaki realizase una estupenda película de animación, eso sí, él sabría soltar lastre en el guión para que la película pudiera alzar el vuelo.
Los actores cubren el cupo, cobrando un dineral por un rodaje mínimo. ¿Seguro que aparecían Daniel Craig y Eva Green? Si miro para otro lado un momento igual me los pierdo. ¿Para qué sirve el personaje de Craig? Que alguien me lo explique. Nicole Kidman se mueve cómoda en su papel. En contrapartida tenemos una sobredosis de niña que, sinceramente, termina resultando terriblemente odiosa y cansina. Pero claro, salía más barata que la Kidman.
Los planteamientos son interesantes: el dogmatismo contra el conocimiento; la deshumanización en la educación más temprana para enfriar las emociones y las ideas peligrosas que provocan disturbios, es decir, el polvo; el control absoluto bienintencionado frente al individualismo… Todo eso puede resultar interesante al público adulto y desde luego pasa inadvertido para los más pequeños, pero ¿qué sentido tiene si el guión sólo puede aceptarlo la ingenuidad de un niño?
Que no. Una buena distracción para los pequeños, para que decidan cual sería su deamon particular.