El récord parece que puede que esté asegurado, porque con el precio de la entrada en 3D de los cines más populares, el personaje incansable pero si agotado de Santiago Segura, José Luis Torrente, se encaramará en poco tiempo al más visto y vendido. Su marketing, sus invitados estelares y su atracción fatal a todo tipo de público así lo auguran. Yo no me explico el éxito de su tercera entrega, porque si la primera era genial y la segunda rozaba el ya vale, el resto de su propuesta es pura caricatura.
Belén Esteban, Paquirrín, Andreu Buenafuente, David Bisbal, Ana Obregón, Carmen Martínez Bordiu, Andrés Pajares, Cesc Fábregas y un largo etc de personajes o de la farándula o del reconocimiento popular para hacer una gracieta estúpida que nunca nos provocaría tanta risa si fuera un film extranjero. Sus credenciales de identidad, las cosas que dice y las cosas que hace gustosas de hacer por parte de muchos, consiguen que el personaje rechoncho, ya no tanto porque los milagros de subida y bajada de peso se pagan, sea un crack de la taquilla del cine sin calidad. Yo estoy contento mientras el dinero de las entradas se lo leven los de aquí, y no la gran industria.
No sé muy bien qué grosería, desfachatez o lejana y penumbrosa idea del pensamiento antisocial tendrá en mente el expolicía, pero si usted es propenso a sentir heridos sus sentimientos, mejor no se acerque, pero si por el contrario ha disfrutado de cada una de las peripecias del gordo sin escrúpulos vuelva a entrar en la sala y descojónese a gusto, uy perdón, es que todo se pega tratándose de Torrente.
La novedad el 3D, que no tengo muy claro que tenga algo que ofrecer en este caso, pero como se trata de explotación numismática, todo vale.