Quién lo iba a decir, se le ve cierta soltura a David Bisbal actuando. Al menos naturalidad. También es verdad que se interpreta a sí mismo, pero eso no tiene por qué ser fácil. Consigue ser un personaje como es él, sencillo, simpático, un tío con el que tomarte unas cañas. Lo malo es que a la película se le ve mucho el plumero en cuanto a ser un formato puramente publicitario, para el disco y para él mismo.
No empieza mal, con ese traveling ágil hasta el concierto (con algún momento de transparencia mal hecha que da miedo y que se repite en otros momentos, todo hay que decirlo). La manager -lo mejor de la película, Barbara Goenaga- indicándole que no olvide decir la fecha de estreno del disco; una graciosa manera de hacer publicidad evidenciando que se está haciendo. Desgraciadamente, este juego no dura mucho. Ni cierta autoparodia (cuando el otro personaje le propone soltar una patada giratoria al posible intruso). No, todo eso queda aplastado por la exaltación de un artista perfecto: es valiente, caballeroso, culto (hasta tiene que chivarle a su amigo la capital de Nepal), sensible. En definitiva, todo un traje publicitario hecho a su medida. Como campaña, válida; como película, no interesa.
Habría sido más interesante desnudar al personaje (y no me refiero a cuando enseña abdominales), sus debilidades, sus nervios, obsesiones, incluso aunque hubiera sido ficticio. Lo que, por cierto, habría tenido mucho sentido tratándose de alguien que se dio a conocer en un reality. Pero en lugar de eso, tenemos esa subtrama increíble (léase "increíble" con acento Bisbal) del último concierto en el bar La Esquina. Por el camino tenemos tres videoclips, con algún interés técnico, pero que están a años luz de las maravillas que dirigió Kike Maíllo para Manos de Topo. Videoclips con el habitual estilo vergonzoso de sex symbol latino.
Entretiene levemente, entre algún punto gracioso y mucho sonrojo, pero es un producto que solo una fan de doce años puede tragar. No parece que haya habido intención de hacer algo mejor. El personaje de ella, María Valverde, no tiene ningún interés, y lo peor, ni siquiera resulta atractivo.