Storm se presenta como una película con un ritmo medianamente importante para favorecer el interés del espectador, mucho truco de guión para hacerlo todo extraño, y un punto más que de suspense de curiosidad. Y esto es lo que mantiene el film, porque sus licencias de cosas que ocurren y no se entienden, son demasiado sencillas por muy original que sea, para catalogarla de film lógico o al menos de guión sólido.
La aventura que se nos muestra, que coge un poco de aquí y de allá, trata de servir a una especie de nueva tendencia, de nueva fórmula de originalidad que como entretenimiento es absolutamente eficiente, pero como film serio un desastre.
Algunas escenas, tienen un carisma especial, pero otras trabajan a las órdenes de ofrecer carnaza y emoción sencilla, haciendo en términos finales un juego resultón y divertido al que abrazarse durante hora y mucho.
Buen intento, pero rozando el miedo, la fantasía o las historias de mundos, sin quedarse estacionada en ninguno, vital, rápida, pero poco más, todo previsible en lo referente al final. Un final de bonita intención, de mensaje directo y buena voluntad al servicio de un producto que si mejora puede seguir triunfando como fuente de diversión trabajada y original.