Cuando escribí la postcrítica de La ciencia del sueño, la anterior película de Michel Gondry, me debatía entre la genialidad y la jeta del director. Ahora lo tengo claro: Gondry tiene una jeta de campeonato. Hace lo que le da la gana y le da igual lo sonrojante que pueda llegar a ser. Y que bien lo hace.
Esta película es todo un derroche de imaginación plástica. Los regalos que hacía Gondry en el día del padre debían ser dignos de estudio. Esta orgía de lucidez visual supera a la mayoría de exposiciones pretendidamente chocantes que podemos ver en los museos más modernitos. Y la osadía, llámesele jeta si se quiere, que hay que tener para sacar adelante este proyecto es admirable.
Hasta aquí, tenemos lo mismo que en su anterior trabajo, sólo que enfatizado. Pero si en La ciencia del sueño, el particular autor tiraba más hacia un tono romántico, más serio, que no estaba nada mal; ahora decide atreverse con la comedia más aplastante, de carcajada sana. Es, al fin y al cabo, el efecto de cambiar a Gael García Bernal por Jack Black. El actor hace muy bien lo que sabe hacer, se luce y reafirma su puesto entre los mejores actores cómicos del momento. Danny Glover está estupendo, y Mos Def funciona de maravilla. Una mención también para la actriz, Melonie Diaz.
Hacía tiempo que no me reía de esta manera. Ojalá hubiera más oferta de humor de calidad para que el género de comedia, uno de los más complicados, no tuviera la mala fama que adquiere con subproductos desesperantes como Casi 300. Humor atrevido, absolutamente original, repleto de guiños y siempre desconcertante. No es menos refrescante el tono cinéfilo. Con películas que ni mucho menos son de lo más fino de la historia del cine. Son películas todoterreno, que forman parte de la cultura pop antes que del séptimo arte. Un gustazo. Todo un homenaje al viejo estilo, aceptando todos sus defectos. Películas como Robocop, Los cazafantasmas, o MIB, en las que prima más la originalidad y la fantasía que una factura elegante y seria. Sin duda, un punto de referencia para el director.
Alguno me dirá que Gondry se ha estancado en ese mundo de cartón y celofán. Puede ser, pero es su particular universo. ¿O alguien se quejaba de las espirales en las películas de Tim Burton? Ya tenía yo ganas de que algún autor nos trajera sus locuras personales, ahora que otros como el mencionado Tim Burton o Jean Pierre Jeunet, se están convencionalizando. Por mí puede seguir imprimiendo su sello, haciendo "películas Gondry" donde siempre se ve voluntariamente el truco del efecto visual, porque es el truco el que tiene gracia, por encima del efecto.
Un artista aparte, del que quiero seguir teniendo noticias.