Me alegra saber que el Festival de San Sebastián encuentre en Holanda, un país atractivo y con trabajos muy peculiares, un filial prometedor. No es un mercado que se extienda demasiado, como mucho por Europa y gracias. Y cada pequeño tulipán festivalero hay que aprovecharlo. Desde luego que sí.
Con lo que respecta a la cinta un par de aspectos a destacar. Primero, su director, Arno Dierickx, que con un historial de colaboraciones en series de televisión y varios largometrajes, debuta en San Sebastián con los nervios a flor de piel supongo. Segundo, que es un arriesgado proyecto basado en hechos reales que seguramente no haya tenido un trato especialmente cordial por parte de la prensa de su país. Al fin y al cabo es mostrar al mundo tus heces y esto no suele gustar. Por lo tanto, la polémica está servida.
¿Qué se puede esperar de Bloedbroeders? Pues el clásico juego de niños, sin miedo a las consecuencias, sin la noción del tiempo. Todo ello seguramente acompañado de suspense de corte normal, de diálogos fluidos.
En su contra puede estar el ritmo y la rapidez que vaya dándole a la historia. También que el morbo de su historia no sea muy fiel y se tome sus licencias. Me pica la curiosidad.