Si algo ha podido defraudarme en esta película es que pensaba que para esta última entrega de la saga de Toy Story, la estructura sería algo diferente. Como en las dos primeras, se vuelven a reproducir las aventuras de los juguetes fuera de casa y las mismas increíbles peripecias de escapismo para volver al hogar, aunque sería injusto no decir que tiene un guión más elaborado y con más vueltas de tuerca Pero por lo demás, hay que alabarle que vuelve a tener humor inteligente, divertido y chispeante. Vuelve a tener un ritmo trepidante, que no te deja descansar, que te mantiene pegado a la butaca, que cuando piensas que ahora toca descansar, vuelve a acelerar de nuevo. Pero si hay algo que destacar que las otras no tenían en igual medida y es la capacidad que tiene Pixar para emocionar. Al igual que los primeros diez minutos de Wall-E o Up, Toy Story 3 tiene un final de una sinceridad y sentimientos sin palabras directos al corazón, que me ha hecho derramar lágrimas.
Es de agradecer que el 3D no se hay utilizado para sorprender al espectador lanzándole cosas a la cara, si no para alcanzar un mayor realismo y eso que estamos hablando de una película de animación por ordenador con juguetes como protagonistas, pero es que consiguen que estés metido en la historia, junto a los personajes. Y hablando de personajes, es maravilloso ver como estos juguetes tienen más expresividad y más humanidad que muchísimos otros de carne y hueso que haya podido ver. Las nuevas incorporaciones como la de Barbie y Ken, aportan un punto irónico y humorístico fantástico.
Estamos ante otra prueba más de que Pixar es capaz de entretener a los más pequeños como poco cine infantil lo hace y de interesar y conmover al adulto, con esos mensajes solo destinados para ellos. El emotivo final es como si te obligara a mirarte en un espejo y recordar nostálgicamente el niño que fuiste una vez y esa época en que dejaste de jugar con tus juguetes favoritos. Recordemos que han pasado quince años desde el estreno de Toy Story, así que mucha gente que vio la primera parte en su momento, habrá vivido análogamente en el tiempo esta transición y eso me parece algo realmente mágico.
En definitiva, una película divertida, vibrante y emotiva, aunque de la que inconscientemente esperaba algo más, pero a la que tengo que admitir que ha sabido ser fiel a sí misma aportando más toques de brillantez. Un final merecido para una saga que revolucionó la industria del cine. Todo un placer volver a sentirme un niño de nuevo.