Desde la primera película de su filmografía vimos que Alejandro Amenabar no iba a ser lo mismo que el resto de cine español. Lo primero, porque copia del cine americano lo que le apetece sin remilgos. Además, hace tiempo que sus películas no son totalmente españolas. De hecho, excepto Tésis, todas son coproducciones. Su talento, junto con su capacidad para atraer inversiones de aquí y allá han hecho que su cine se eleve por encima del de la mayoría de autores españoles. Se permite rodar en inglés, y no por eso cree estar traicionando nada ni a nadie. ¡Bien!
En éste caso concreto parece que nos encontraremos con una recreación histórica que se encontrará lejos de sus anteriores trabajos, y lejos también de películas de acción como Gladiator o El reino de los cielos. Y es que no parece que éste vaya a ser una película de acción precisamente, según las primeras opiniones vertidas en cannes. Esto es lo que más me preocupa: un Amenabar contemplativo que se recree demasiado en la fotografía, en largos y bellos planos de una cultura antigua y en contar una historia no demasiado atractiva y que tampoco rellene su metraje con escenas de acción. Que no se me entienda mal, la película no tendrá ningún problema de ritmo, seguro que tiene un ritmo perfecto... lo que no tengo tan claro es que no tenga un ritmo aburrido y se convierta en un tostón histórico.
Lo que es seguro es que estaremos ante una película perfectamente ejecutada, sesuda. Con un Amenabar con muchas ganas, que busca huir de géneros ya tratados (terror, fantástico, drama español), y que firmará seguramente una película bellísima.
Por repetirme un poco más: una película perfecta, que puede que sea un poco aburrida, y no por eso dejará de ser de lo mejor que ha hecho un director español. Yo, desde luego, no me la pierdo.