Alejado de los convencionalismos reinantes en la industria de la animación japonesa, Satoshi Kon se esfuerza por hacer un cine de autor siempre estimulante. En este caso el imaginario de Kon y el arte del estudio Madhouse se unen para recrear un universo onírico ambientado en una historia detectivesca de ciencia ficción.
Proyecto alejado del espíritu de su última obra pero que guarda similitudes con varias de sus anteriores películas, no cabe duda de que vamos a encontrarnos con un autentico espectáculo visual que entrará directamente por los ojos. Las reflexiones vitalistas, tan al gusto del cine de animación nipón más sesudo, encuentran en este film una justificación para abordar temáticas filosóficas sobre la esencia del hombre.
Eso si, advertir a los posibles espectadores que probablemente el film divague demasiado, a riego de perderse, como suele ocurrir con este tipo de producciones, a pesar de que Kon sabe llevar muy bien el hilo de las historias. Sin duda una película que el espectador deberá ver con una mente abierta y despejada. El director de las excelentes Perfect Blue, Millenium Actres y Tokio Goodfathers se lo merece.