No puedo estar más de acuerdo con las buenas sensaciones que el resto de precríticos proyectan sobre esta película. Al igual que ocurre con otros directores como David Lynch o Takeshi Kitano, las películas de Olivier Assayas se deciden por dos caminos perfectamente diferenciados, como bien comentan en sus respectivas reseñas. Comparto esa impresión de que en esta ocasión el realizador nos va a obsequiar con una película no demasiado agresiva. Efectivamente, el que hablemos de una obra más accesible para el gran público no quiere decir que no sea un trabajo de calidad, ni mucho menos. Nos enfrentamos a uno de los grandes directores del cine francés contemporáneo. Parafraseando de nuevo a mis compañeros precríticos, hablamos de un cine de vanguardia entretenido.
Lo que puede parecer un drama familiar de los de toda la vida es en realidad un estudio de personajes, con todo lo que ello conlleva. Nunca me cansaré de resaltar que en una película coral como esta es imprescindible que los actores borden sus papeles. Es por eso que se ha contado con grandes profesionales como la guapísima Juliette Binoche, Charles Berling o Jérémie Rénier. Más allá de los personajes, la película de Assayas abordará también temas referentes a la herencia y los lazos familiares y es de esperar que lo haga con sensibilidad y buen gusto. Ni siquiera veo en la realización de esta película demasiada pretenciosidad. Afrontada con la suficiente cercanía, puede ser un agradable descubrimiento.