Me permito parafrasear a un amigo mío para titular esta precrítica del segundo trabajo como director de Robert De Niro.
A las alturas que estamos de la película, el bueno de De Niro me interesa más por sus incursiones como director que por sus apariciones ante la cámara. Nadie le quita lo bueno que ha sido, como de igual manera nadie le quita el Síndrome De Niro (estoy especialmente sensible ya que ayer vi Los padres de él).
El caso es que Una historia del Bronx era una película interesante, sin mayores destellos ni mayores remilgos. Un trabajo tras el que se veía la mano de Scorsese. Pero mucho me temo que De Niro en su afán por convertirse en un buen director va a tropezar con una historia excesivamente densa y difícil de domar. Le falta calidad para bordar este film.
De Niro no es George Clooney, del que me sigo maravillando con su Confesiones de una mente peligrosa.
De Niro además ha apostado por un casting de campanillas pero del que no me fío para esperarme una gran película. Así están Angelina Jolie (Sr. y Sra. Smith, Alejandro Magno, Sky Captain y el mundo del mañana o su mejor película hasta la fecha, Un corazón invencible), Matt Damon (la saga Bourne o Infiltrados), William Hurt (Una historia de violencia o Mr. Brooks) o John Turturro (Transformers o La ventana secreta).
Una película para disfrutar de una buena copa.