El tema es muy sencillo. Hay dos obras adaptadas aquí, no una. “Ninette y un señor de Murcia” la que ya conocíamos de la mano de Fernán Gómez. Lo que viene a ser la primera parte de la película, quizá algo más de la mitad. Y después, una segunda adaptación de otro episodio de Ninette. Sea perdonada mi poca profesionalidad pero no encuentro el título.
En cuanto a la primera, todo sobre ruedas. Garci se mueve agusto con esos escenarios ese ritmo tranquilo, esa acción localizada, todo bien. Elsa Pataki dándolo todo, y además actuando muy bien, muy Marylin. El señor de murcia no me convence tanto, lástima, pero su amigo es inmenso, ese actor está perfecto en ese tipo de papeles. Los padres de ella muy bien también.
Todo con ritmo, cinismo, ironía, gracia, sensualidad. Perfecto. ¿El vecino es un guiño a “Mi tío” de Tati? Sólo Garci contrataría a Javivi, y lo peor es que lo hace a menudo. No, lo peor es que queda bien.
En fin, que uno va contento, y tiene la sensación de que quedarán unos 20 minutos para terminar lo que sin duda debe ser una película de hora y media de cuatro estrellas y ¡zas! Giro y pasamos a la segunda obra.
Lo que viene a ser una de esas cosas que se hacen cuando algo tiene éxito independientemente de que tenga sentido hacerlo, se le llama secuela o también chupar del bote.
Todo el interés (y básicamente la línea argumental que sostenía la película) sobre el viaje a París se va al garete al instante y vemos una terriblemente sosa historia en Murcia, que ni viene a cuento, ni interesa. Como si te sirvieran un mal cocinado plato de pasta... pero de postre además. Ganas de abandonar la sala, porque la película ya había terminado, esto era un apéndice absurdo que pintaba durar otro tanto. Con situaciones tontas, personajes forzados, un nuevo objeto de deseo mucho más pueril y zafio y un desarrollo torpe es decir poco. Un dos como muy mucho.
Con esto podríamos sumir toda la película en ese dos, pero no me parece justo por lo que es la primera parte. Pero en todo caso, una acción absurda por parte de Garci que no tenía más que terminar tranquilamente la primera historia y dejarla en el metraje de comedia que requería.