Hay algo que me dice que el lema segundas partes nunca fueron buenas, no tiene sentido en esta ocasión. Guillermo del Toro ya no necesita realizar proyectos que le sirvan de puente, como pudieron ser Mimic, Blade II o incluso la primera parte de Hellboy, para poder trabajar en sus deseadas ideas más personales. Tras el éxito que cosechó con El laberinto del Fauno y la producción de El orfanato, se rumoreó que su nombre sonaba para dirigir una título de la saga de Harry Potter y se confirmó que estará tras la cámara en El hobbit. Ofertas importantes ya no le faltan.
Por eso pienso que esta segunda parte, va a estar mas trabajada, mas mimada en todos sus aspectos. Su primera parte ya consiguió congratularme, pero creo que el barroquismo y la fábula que tanto le gusta a del Toro y que tanto aprecio en él, van a enriquecer a los personajes y a la historia en sí. Aunque la acción es indudable que vaya a ser la gran protagonista, los pequeños detalles que añadirá a la trama espero que sean lo que la haga especial.
En estos tiempos que corren, dónde el cine chupa incansablemente de la industria del cómic, con Batman y Hulk como últimos ejemplos, Hellboy es otro héroe oscuro. Mike Mignola, su creador, ha estado al lado de del Toro en la elaboración del guión, pero esto quizá no de garantías de la fidelidad a los tebeos. Personalmente, es algo que no me importa, ya que prefiero dejarme perder en el mundo creado por este mejicano, ya que es una de mis devociones, y por suerte, totalmente confesable.
No quisiera dejar escapar la ocasión, para hacer también mención especial a Ron Perlman. Ese gigante que parece fiero pero que puede derrochar ternura infinita como demostró en La ciudad de los niños perdidos. Una dualidad, que vale su peso en oro. Trabajó por primera vez con del Toro en su primer largometraje, Cronos y más tarde en Blade II y Hellboy y ya se comenta que seguramente estará también en la tercera entrega.
En definitiva, una opción segura de entretenimiento, espectacularidad y acción, pero de la cual espero esa parte negra y mágica a la vez, propia de un cuento retorcido salido de la mente de soñador incansable.