Estamos, sin duda, ante una de las películas del año.
Ésta es la frase con la que habitualmente terminaría mi precrítica, pero que he decidido situar en primer término para permitirme la siguiente digresión.
Comentaba el viernes pasado con un compañero de trabajo la capacidad que está teniendo el nuevo cine alemán para acercarse a su pasado. Películas tales como Goodbye Lenin; La vida de los otros o El hundimiento así lo atestiguan, dejándome en el tintero Der Baader-Meinhof komplex, de próximo estreno. Algo que por ejemplo no se puede decir del cine español. La película The reader se basa en la novela homónima de Bernhard Schlink, y, precisamente, sería otro ejemplo, en este caso literario, de lo que comentaba.
Sin embargo no va a ser un director alemán el encargado de dirigirla, sino Stephen Daldry, un reputado director que cuenta con Billy Elliot, un film que personalmente no me entusiasma, y con Las horas, un auténtico peliculón que fue la gran perdedora de su año en los Oscars.
Daldry es un tipo acostumbrado a los Óscar, y esto lo saben sus productores, de ahí que este nuevo proyecto suyo se haya convertido automáticamente en carne de Óscar. Todo esto estaría muy bien si no fuese porque a raíz de esto se ha producido una encarnizada batalla entre sus productores Rudin y Weinstein sobre la idoneidad o no de estrenarla antes o después del 31 de diciembre para ver si entra en los Óscars o no.
Esto me parece inaceptable. Los Óscars no pueden hacer que una película se tenga que terminar deprisa y corriendo. Menos si estamos hablando de esta película en la que tendremos a Kate Winslet, a Ralph Fiennes, a Alexandra Maria Lara, a Bruno Ganz, en definitiva, a lo mejorcito del cine europeo y, más concretamente, del cine alemán. Una película de Hollywood con cabeza inglesa y alma alemana.
Para cerrar la pre: banda sonora a cargo de Alberto Iglesias.