Crítica de la película Deseo, peligro por Iñaki Ortiz

Hace tiempo que se ha convertido en una cita indispensable. Las peores películas de Ang Lee se ven con gusto, las mejores se paladean con deleite. No creo que en esta ocasión tengamos una de sus mejores películas pero sí, al menos, una de nivel alto. Ante todo, este director tiene una variedad casi absurda dentro de su cine, desde Sentido y Sensibilidad hasta Hulk, pasando por Tigre y Dragón o Comer beber y amar. La última fue la sonada Brokeback Mountain, una buena película que no era de las mejores de Lee. Pero trate de hombres verdes gigantes o de jovenes mujercitas buscando marido, lo que siempre podemos encontrar en su cine es una dirección elegante y un cuidado muy delicado por las relaciones interpresonales de sus personajes. Siempre es gratificante.

No ha levantado polémica como la anterior, más allá de contener algunas escenas subiditas que han provocado la censura en la propia China, de donde viene la película. No creo que aquí, en España, nadie se rasgue las vestiduras teniendo en cuenta a lo que nos tiene acostumbrado nuestro cine.

Creo que esta película gustará especialmente a los amantes de ese cine un poco convencional, que no anticuado, bien rodado y ambientado en esa época que parece haberse quedado marcada a fuego en la imaginería cinematográfica, los años 40. Con un equilibrio entre la eterna lucha de trama y personajes que seguramente será satisfactorio para una gran parte del público.

Para conseguir esa factura sólida y elegante que entrará con suma facilidad a través de los sentidos tenemos a dos profesionales que están trabajando mucho y bien últimamente. En la fotografía, el mejicano Rodrigo Prieto, responsable de trabajos tan bien acabados como la citada Brokeback Mountain, las películas de Iñárritu (Babel, 21 gramos) o La última noche. En el apartado musical, el francés Alexandre Desplat (La Reina o una película de corte muy similar a como creo que va a ser esta: El velo pintado). Ellos ayudarán a aportar un tono más occidental al que, evidentemente, Ang Lee ya está acostumbrado. Esta mixtura intercultural no puede ser más que positiva.

Si bien el protagonista es el conocido – al menos allí – Tony Leung (2046, Hero, Deseando amar), ese mozo con clase que derrite a ciertas espectadoras; su réplica femenina, Wei Tang, es una actriz que debuta, habiendo sido elegida entre un casting de 10.000 aspirantes. Muy prometedora, y por lo que se oye la chica lo hace muy bien. Joan Chen servirá como actriz más experimentada, a esta la hemos visto en ¿Qué se está cociendo? o Entre el cielo y la tierra.

Sólo me queda comentar, como no, que la película ganó en el festival de Venecia y que ha sido nominada al globo de oro para lengua extranjera. Está claro que promete.