Sin duda, lo mejor de la película son sus momentos de drama acolchado. Me explico.
Si bien hay algunos momentos en que la película navega en dirección al folletín más bollywoodiano, como por ejemplo, todo lo que tiene que ver con el enamoramiento de Narayan y el cortejo que hace a Kalyani; la película cuando toca tratar la tragedia lo hace de una manera sorda.
Tenemos un primer ejemplo cuando el marido de Chuyia acaba de morir, le están rapando la cabeza y al fondo, desenfocado, vemos la cremación del marido. La película acaba de empezar y no debe enervarnos ningún sentimiento trágico.
En cambio, con el suicidio de Kalyani pasa todo lo contrario. Ella, personaje principal, desaparece en el río y la cámara no se regodea, sino que la deja estar, elipsis y tenemos a Narayan llamando a la puerta, elipsis y estamos ya en su cremación.
En ningún momento la cámara se ceba en la tragedia, tanto es así que nos cuesta incluso creer que ha muerto y tiene que ser Narayan el que lo confirma en una frase. Este tratamiento de la tragedia me recuerda mucho al cine nórdico, y, en concreto, a Dreyer, que hace algo parecido en "The ordet (La palabra)".
De igual factura es el momento en que el eunuco lleva a Chuyia a casa de un bramán.
Este manera de enfocar la tragedia es lo que más me ha gustado de una película que presenta altas cotas de ingenuidad en muchos momentos del metraje, y exceso de discurso en otros, pero lo cierto es que refleja una realidad a través del pasado y a través de una época de cambio. La película retrata y analiza, en ocasiones de forma más burda, y en otras de manera más sutil. Pero en su conjunto engancha y hace que el tiempo fluya más rápido que la vida de esas viudas y las aguas de ese río.
Una bonita manera de invertir una entrada de cine.