Estamos ante una opera prima. Siempre pasa lo mismo: el director primerizo de turno se arruga a la hora de realizar la película por miedo a hacer algo especialmente original, y cae en los tópicos de siempre, intentando ser correcto en lugar de ir a por algo más. No es el caso de Smukke Mennesker. Es verdad que tampco es la película más original de la historia: varios personajes, vidas cruzadas, problemas sexuales para darle cierto morbo, y una ambientación de diseño danés mezclado con truculencia de baldosa sucia.
Parece que la película se va a quedar ahí. En el efectismo de mostrarnos un cancer de mama, un hombre masturbándose en un parque, sexo con gente sin extremidades o cosas por el estilo. Lo bonito, o lo que yo por lo menos agradezco, es que se haya buscado un giro cómico. Es verdad que, en muchos aspectos, la película no resiste el más mínimo análisis: las casualidades típicas de este tipo de películas de encuentros, aquí se ven aumentadas hasta el infinito, llegándo a ser totalmente paródico. Pero quizá ahí radique lo que hace válida a esta película: la escena final de la cena con los cuatro protagonistas, con todos los cruces vitales que han tenido entre ellos es hilarante.
Muy por encima de lo que se suele ver en la sección de Nuevos directores del Festival de San Sebastián.