Crítica de la película Las aventuras de Tintin por Iñaki Ortiz

Un Indiana sin alma


2/5
29/10/2011

Crítica de Las aventuras de Tintin
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película A un trabajo de Steven Spielberg -ese genio que nos ha regalado no pocas obras maestras- le he podido poner adjetivos negativos en determinados momentos de su carrera: "infantil", "sensiblera" e incluso en cierto título que nunca jamás mencionaré, "estúpida". El que no esperaba utilizar con él es "rutinaria". Pero eso es lo que rezuma esta película de ritmo imparable, rutina. Nunca pensé aburrirme con el maestro del entretenimiento.

Alguno dirá -y lo dicen- que, al fin y al cabo, esto es otro Indiana Jones. Es comprensible, Tintín busca tesoros perdidos de leyenda viajando por el mundo, la época es la misma y hay algunas situaciones calcadas directamente de, en especial, La última cruzada. Lo que brilla por su ausencia es el alma. Por ejemplo, la acción en el barco por la noche recuerda estéticamente a la primera escena de Indiana adulto en La última cruzada. En aquella teníamos la ira y la tenacidad del héroe, la música subiendo poco a poco, y por fin la explosión de acción. Aquí tenemos a un Tintín dando vueltas por un barco sorteando obstáculos durante demasiado tiempo sin ningún aliciente emocional. O pensemos en el momento "¿nos han dado?" en el avión, muy similar a cuando Haddock dispara por error a la presa. Pero no es lo mismo que la respuesta patética la dé un Sean Connery con una cara de vergüenza cómica impecable, o que responda un monigote sin alma con los ojos de un pez muerto, que apenas transmite más que por su voz.

Podríamos poner mil ejemplos. La conclusión sería la misma: si las aventuras de Spielberg tienen un valor es por la carga emocional, porque se para un momento a captar esa mirada de frustración, o ese gesto de nervios o porque retrasa el momento cumbre exactamente cuanto debe. No porque haya un conjunto de acrobacias circenses vertebradas por una coherencia agotadora de pista y siguiente paso. ¿A quién le importa si los tres pergaminos al unirse forman un número? O si hay tres barcos o 17. Eso es sólo una excusa, no tiene valor, lo que quiero es ver a Harrison Ford observando extasiado como el sol incide en el cabezal del bastón de Ra. Tampoco ayuda que John Williams esté en un momento de su carrera en la que compone con el piloto automático.

Esta película es la enésima confirmación del fracaso de dos tecnologías: la animación por captación de movimiento y el 3D. Me temo que si a Spielberg le quitas un rostro humano con el que provocar empatía, se queda desnudo. Toda su técnica, ese juego inicial con los espejos o la fastuosa persecución a varias bandas en plano secuencia, no tienen sentido ninguno si son frías como el silicio.



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