Si con Carretera perdida, Twin Peaks: Fuego, camina conmigo o el mas reciente ejemplo, Mulholland Drive, David Lynch nos había dejado claro que algunas de sus películas no tenían explicación, con este título se ha superado a sí mismo.
Tres horas de inagotables incongruencias, de personajes indescifrables, de pérdida total de lógica, la convierten en un film incómodo de visionar, pero que sin embargo, me atrevería a aconsejar a los mas valientes. Porque hay algo que no se puede negar: Lynch consigue volver a atraparte escena tras escena, con ese toque especial que tiene, que te hipnotiza con sus imágenes y logra que necesites ver hasta el último minuto.
La luz, la música, el movimiento de cámara, todo consigue atraerte, pero de modo desagradable, convirtiéndonos en una especie de testigos de un accidente mortal, al que no podemos evitar echar un vistazo, aunque sepamos que lo que vamos a ver no nos va a gustar.
Grabada con cámara digital, la convierte en una cinta mas austera, mas sucia, mas real, sin esa cantidad de bellas imágenes que mostraba en Mulholland Drive, que parecían poesía en la pantalla. Aquí todo es mucho mas molesto, mas desconcertante, recordando mucho a su ópera prima Cabeza borradora, dónde reinaba sobre todo un desasosiego continuo. Pero en esta ocasión no sabes dónde agarrarte. Si son las pesadillas de una actriz, sin son sueños dentro de sueños, si son realidades paralelas, si es una maldición polaca que cobra vida o si el tiempo pasa al revés.
Nada tiene sentido, salvo el principio, donde te sitúan en el comienzo de un rodaje de una película romántica. Tras eso, todo empieza a desvariar y hay momentos en que realmente piensas que Lynch se está riendo de todos nosotros. Por mucho que tres conejos que mantienen conversaciones incoherentes con risas en off de fondo puedan significar algo para él, a mi se me sigue escapando.
Resumiendo, este film no será plato de buen gusto para la mayoría. Quizá otros encuentren un estímulo como nunca antes habían sentido. Pero personalmente, me sigue maravillando la capacidad de este artista para generar una atracción brutal hacia sus creaciones, aunque como en este caso, me hayan creado un bonito quebradero de cabeza. Para opinar, una invitación a verla para poder juzgarla.