Quien fuera en su día el director de la impecable "12 hombres sin piedad" y de la mítica "Sérpico", Sidney Lumet, entró en una gris mecánica de películas de juicios a lo largo de los ochenta y noventa.
Ahora, este director, también como coguionista, nos presenta una película, también del género pero un tanto particular. Lo es por su planteamiento, curioso a pesar de estar basado en hechos reales (o quizá precisamente por ello). Pero también lo es porque nos encontramos con un actor acostumbrado a arrear mamporros, que aquí deberá hablar de leyes en lugar de imponer su propia ley: Vin Diesel.
Viendo sus trabajos ("Triple X", "Las crónicas de Riddick") uno rápidamente podría pensar que este tipo es otro cabeza hueca musculoso, pero como bien afirmaba una de las viejecitas de "La vida secreta de las palabras" «Vin Diesel es mucho mejor actor que Van Damme». Quedémonos pues a ese nivel, el de algo más que un mamporrero, pero tampoco busquemos que nos interprete Hamlet. El chico hasta ha hecho sus pinitos dirigiendo un corto ("Multi-Facial"), y no olvidemos que ahora se quiere enfrentar al proyecto de "Hannibal" como productor, director y protagonista... Vamos, que no me preocupa demasiado este punto.
Me preocupa más Lumet. No sé si después de tanta rutina judicial será capaz de darle un toque especial a esta historia de mafia y juicios. La película pasó por la Berlinale y se fue con las manos vacías. Me temo que será un film muy imperfecto, pero también espero que sea algo distinto y digno de ser visto. Una de esas películas que me gusta echar a la espalda cinéfila y recordar vagamente dentro de unos años haberla visto.