De nuevo el cine rumano irrumpe en nuestras carteleras con una película de garantías, con otra mirada y posición, no sé si muy de su cultura, no sé si menos trillada por el comercio, para posarse en las entrañas de un público deseoso de historias de calle, ciertas, sin tufo a prefabricado.
Mejor película en Gijón, mejor actor y actriz en el mismo festival de la capital, el film plantea una historia matrimonial, un drama sobre el tiempo que relaja todo si no se alimenta. Un triángulo no tan amoroso como existencial donde una niña se muestra confusa. Ideal para amantes del cine tranquilo y verosímil, donde esperar la profundización y los detalles mundanos que son perfectamente reconocibles.
Cine no comercial que puede que aburra en sus primeros momentos, porque construir realidad desde lo pequeño, desde el poco a poco, es un peligro que puede provocar no aburrimiento pero si cierta inacción que no a todos los públicos le sienta igual. Con un poco de paciencia lograremos la sensación de haber ido al cine y haber vuelto con algo.