No nos es demasiado ajeno el
planteamiento de esta película. Por mucho que incluya elementos de
ciencia ficción en un futuro cercano (la infección) y permita que
sus personajes ejerzan la violencia exageradamente, esta película no
deja de ser muy similar a El método, pero con mucho menos
talento e interés. Su mayor virtud es la de entretener, que no es
poco dado que está rodada íntegramente en una pequeña sala. Más
allá de eso, poco.
Los personajes son la base de toda
historia, pero lo son especialmente cuando, como aquí, no cuentas
con nada más. Se nos pinta a las diferentes personalidades con
cuatro retazos que no van mucho más allá del apodo que ellos mismo
se ponen (el negro, la rubia...). Blanco y marrón son, quizá, los
dos personajes que más abiertamente muestran su personalidad, pero
no deja de ser tópica y superficial.
Una película que no aporta demasiado,
por mucho que quiera el director, Stuart Hazeldine, nombrar a
Sartre. La competencia salvaje en el mundo laboral, el poder de las
grandes corporaciones, la crueldad en situaciones límite... todo eso
está ahí de forma evidente, pero era suficiente con leer la
sinopsis para encontrarlo.
Para colmo, un epílogo innecesario,
repleto de explicaciones adicionales que no hacen más que frenar el
desenlace e imponer una especie de final feliz poco creíble. Como
decía al principio, al menos entretiene hasta el final.