Sabíamos de los tomates asesinos,
muñecos malignos, coches aterradores e incluso algún tipo de
cristales extraterrestres con mala intención, pero ¿quién va a
sospechar de un pobre neumático abandonado? Aunque bien mirado
tienen algo de aterrador, quizá algo relacionado con su negrura, su
suciedad.
En cualquier caso, esta es la propuesta
de Quentin Dupieux que se podrá ver en la sección oficial
del festival de Sitges. Ya pasó se pudo ver en Cannes, donde, como
es natural atendiendo a su premisa, causó revuelo. Estoy convencido
de que los espectadores de Sitges la valorarán como se merece.
Dupieux nos ofrece aquí una
celebración del "sin ningún motivo", y así se vende, no me lo
invento yo. Uno de esos artistas que juegan con el vacío divertido,
con la forma sin emoción. Y digo "artista" y no "director",
no por darle mayor valor a su propuesta, sino por remarcar el
carácter multidisciplinar de este francés que tiene una doble
identidad: en cine es Quentin Dupieux y en música es el compositor
de música electrónica, Mr Oizo. A más de uno le sonará el nombre
y a muchos más sus canciones (especialmente Flat Beat). Este tipo de
desvergüenza artificiosa y vacía es la que seguramente vestirá su
última gamberrada.
No llegará a las cotas de nihilismo
cómico de Hitoshi Matsumoto, pero valdrá la pena.