Todd Solondz fue una ayuda notable a la hora de construir el cine independiente de los 90. Bienvenido a la casa de muñecas y Happiness son dos títulos con calidad de clásico y puntos de referencia ineludibles dentro del underground de finales de siglo. Humor sórdido, enfermo y dolientemente crítico. Estamos hablando de un autor significativo, sin duda.
El problema llega a la hora de situarlo en la escena actual. Solondz tiene dos problemas. Para empezar, es demasiado parecido a sí mismo, lo veíamos ya en su siguiente trabajo, Storytelling. Aunque conservaba el estilo irreverente y la crítica cínica, comenzaba a resultar repetitivo. Un problema habitual en un director que tiene un sello tan personal. El segundo punto en contra es que quizá su tiempo haya pasado. Lo que resultaba una base imprescindible a mediados de los noventa, puede constituir hoy en día un elemento demasiado asimilado y, desde luego, poco transgresor (gran perjuicio para su propuesta).
Su cine puede resultar aún interesante, pero convendría cierto reciclaje, algo de riesgo que ni creo que se produzca ni pienso que Solondz esté capacitado para ello. No es ni mucho menos un cineasta completo, estamos hablando de un autor muy particular con algo muy concreto que contar.
En todo caso, vale la pena acercarse a esta película, dejando a un lado las comparaciones con las mejores películas del director, seguro que estamos hablando de cine de cierta calidad. De momento se verá en la sección oficial del festival de Venecia, aunque algo me dice que no se llevará gran cosa del palmarés. Seguramente es una presencia más bien testimonial.