O quizás no tan nuevo. El camino que el director de films como Videodrome o El almuerzo desnudo pareciera tomar con su anterior obra, Una historia de violencia, tiene todos los visos de confirmarse en este nuevo largometraje. Nos vamos a encontrar pues con una especie de sucesora espiritual de su predecesora, quizás con la confirmación de que Cronemberg ha abierto una nueva etapa en su interesantísima labor como realizador.
Lo que para algunos puede suponer la perdida de un estilo propio -que, recordémoslo, no era del gusto de todo el mundo- puede no obstante servir para que muchos otros se acerquen a la nueva cinematografía de este director. Pero aunque sus nuevas películas resulten más convencionales, que nadie se engañe. Frente a la brutalidad y la crueldad presentes de mil maneras diferentes en el mundo de la mafia, existe una tiniebla todavía más profunda, es decir, la que habita en todos nosotros. Esa que a Cronemberg le gusta tanto explorar.
La presencia de tres actores de renombre tales como Viggo Mortensen, Vincent Cassel y Naomi Watts enriquece todavía más el valor de la última incorporación a la filmografía de un director acostumbrado a trabajar con grandes intérpretes. Nos vamos a encontrar ante una serie de interpretaciones de personajes que acaban por devorar al rostro que los encarna. El recientísimo premio del público cosechado en el Festival de Toronto confirma que la nueva obra de Cronemberg es sin duda un valor a tener en cuenta. No es vano es una firme candidata a los Oscar del próximo año.