El problema de este tipo de propuestas es que no están hechas en serio. La gracia del terror japones de serie B era que se hacía en serio y de manera solemne. Ya pasaron los tiempos en que nos sorprendíamos con cualquier jartada japonesa. Al cine japonés ya no le vale con venir de lejos y provocar choques culturales, tiene que esforzarse por contarnos algo. Me parece divertida la premisa de esta película. El problema es que estaría bien como chocante escena final. Pero no vale para alimentar 90 minutos de metraje.
¿Hay que abandonar toda esperanza? Bueno, quizá no del todo. Desde luego tiene más posibilidades de tener algo de punch que otras de las propuestas de este año de la Semana de terror de San Sebastián. Ayer vi 20 minutos de la infumable Vampire Girl versus Frankenstein Girl y me espero algo un poquito más divertido.
A muchas de estas películas les pasa lo mismo: al cuarto de hora te da exactamente igual lo que pase. Te da igual si los personajes viven o mueren o cómo acabará. Y eso es lo peor que te puede pasar en un cine.