He de reconocer que me gustan las docuficciones sobre eventos sociales de gran relevancia en el siglo XX, ahora mismo me acuerdo de Sunday Bloody Sunday o de Omagh, como películas acertadas y atinadas.
Corre el riesgo esta versión de la Batalla que se vivió en Seattle en 1999, en contraposición con los títulos que he citado anteriormente, de caer en lo moralizante, en lo discursivo, en lo explícito y evidente. Me apetece una película de historias cruzadas, protagonizadas por personas no anónimas, con ritmo y en el que no estén continuamente vociferándome al oído el mensaje que se pretende transmitir.
Y en esta aversión, no me convence la pose que vaya a adoptar Stuart Townsend, actor metido a director. Su carácter de novel es la nitroglicerina de esta apuesta. Esta película necesita de la pasión e intensidad de un primer film, pero de la cabeza de un director reposado. Suyo es también el guión.
Un reparto de nombres propios, tales como Connie Nielsen, Ray Liotta, Charlize Theron, Woody Harrelson o Michelle Rodriguez. Nombres perfectamente para una película de historias cruzadas, donde se reparten en el tiempo en pantalla.