Carlos Iglesias tiene la virtud de recordarme aquel empalagoso personaje que encarnaba bajo la dirección de Pepe Navarro en el Missisippi, aquella infumable serie española de unos manitas inaguantables y por contra, la naturalidad, la franqueza y la tierna diversión con que me sorprendió en Un franco, 14 pesetas. Desde éste su debut como director y guionista en el 2006, Iglesias no se había colocado tras la cámara y para ello elige otro drama basado en hechos reales, que al igual que su anterior trabajo, habla sobre España pero sin que la trama transcurra allí, tomando como referencia de nuevo uno de aquellos momentos en que el país atravesaba momentos duros y dónde no será difícil volver a ver esa mezcla agridulce tan maravillosa que tiene la vida.
Espero otra visión sincera, cercana y apolítica, sin ambicionar nada más que contarnos una historia que nos atrape y emocione lo suficiente para no pararse a pensar en otra cosa durante su visionado. El que busque algo más, media vuelta y a seguir buscando en la cartelera.