Poco tengo que decir de ésta película. Da lo que promete. Ochenta minutos de enredo surrealista de un hombre al que le van a demoler el edificio donde simular estar trabajando cuando hace tiempo que le echaron.
El problema está en que cada vez que el director tiene que elegir entre primar el surrealismo o la crítica social a la situación económica de argentina, elige lo segundo. No os voy a comentar lo molesto que me resultó ésto. De todas formas los diálogos son excelentes a ratos y la película no trata de prolongarse innecesariamente. Un tres.