La película se presenta desde el minuto 1 de la siguiente manera: quiero hacer un documental, sin caer en el sensacionalismo de Michael Moore, y sin descuidar los apartados cinematográficos.
A partir de ahí la película de género documental avanza con un brioso montaje y una muy cuidada banda sonora en la que Winterbottom y Whitecross no dudan en jugar con los silencios y con el jolgorio, creando momentos de gran dramatismo, conjugados con una dirección cámara en mano muy ágil, que se presenta amena y fácil de seguir. En definitiva no estamos ante una danza mareante como pudo ser la cámara en mano de "El jardinero fiel".
Por lo demás, los actores están realmente sensacionales, los escenarios son reales y parece que Winterbottom hubiese estado allí mientras sucedían los hechos. Y, lo más importante, no cae en el dramatismo fácil y efectista. Mención especial requieren algunas escenas nocturnas rodadas en nightshoot, en las que se puede comprobar el rigor de una guerra desde el punto de vista del civil.
Lástima, que, en cambio, cuando los protagonistas son apresados, el director de "Código 46" o "A cock and bull story" no sepa cómo navegar en un escenario enjaulado, sin la posibilidad de moverse con la cámara, y con unas escenas que se repiten una y otra vez, quizá sean los momentos de dramatismo más efectista. La fuerza que desborda en la primera hora se le escapa de las manos en los últimos veinte minutos.
No obstante lo anterior, la película documental no deja de mostrar virtudes que le merecen que le ilumine cuatro estrellas. Un experimento que merece la pena.