Crítica de la película Ovejas asesinas (Black Sheep) por Keichi

Un rebaño sin pastor


3/5
31/10/2006

Crítica de Ovejas asesinas (Black Sheep)
por Keichi



Carátula de la película Nueva Zelanda: Verde tierra de pastos infinitos. Parece mentira que algo pueda llegar a turbar la tranquilidad de una región donde lo más interesante es el tiempo que va a hacer mañana o la comida que espera en el plato de la cena. Al menos eso deben pensar los implicados en esta película hasta que han de enfrentarse a un ejército de -nada más y nada menos- ovejas asesinas manipuladas genéticamente. Bajo esta premisa, cualquiera con dos dedos de frente se da cuenta nada más comenzar la proyección de que Black Sheep no es un film que el espectador deba tomarse en serio.

Y es que no cabe duda de que nos encontramos ante una comedia. Visceral y sangrienta, sí, pero no exenta de cierta sátira social. Los continuos gags, tanto visuales como dialécticos, aunque no puedan calificarse de fino humor inglés, si que destilan una innegable ironía británica. El film se ríe de los ecologistas, de temas tan candentes como las vacas locas o la manipulación genética de los alimentos y resulta en todo momento fresco y divertido. Un aplauso pues para una película que consigue arrancar una carcajada al espectador, cosa nada fácil hoy en día.

Pero Black Sheep es también un velado homenaje de un director a su tierra. A imagen y semejanza de lo que ya hiciera Peter Jackson en su célebre trilogía, las praderas y colinas de Nueva Zelanda se muestran como un marco incomparable en el que es difícil no imaginar una Tierra Media viva y floreciente. Curiosamente, será sobre esa tierra, sobre esas verdes y apacibles colinas, donde una anunciada y sangrienta masacre vaya a tener lugar. Buscada o no, no deja de ser una paradoja muy lograda.

Sirviéndose de personajes estereotipados tan deliciosos como el malvado hermano ganadero del protagonista o la científica genética con ínfulas de nuevo Mengele, se nos narra una historia que es un mero pretexto para mostrarnos a las que son las autenticas protagonistas de la película: Las ovejas. Y que ovejas! Se nota la factura de Weta Workshop y el presupuesto invertido en esta producción Neozelandesa. El elenco ovino y demás seres monstruosos que pululan por la verde campiña de Nueva Zelanda se muestran convincentes y logran captar la atención del espectador. Mención especial a la escena en la que un pequeño lechón muerde en la oreja a uno de esos secundarios odiosos que todos desean ver bajo tierra cuanto antes.

Resulta igualmente espectacular el plano en el que -como si de los jinetes de Rohan se tratara- un rebaño aparece galopando en la loma de una colina. Mientras que los avatares de nuestros protagonistas importan poco al espectador, estamos deseando que el factor ovino haga acto de presencia en todo momento. Aunque eso no explica el por qué las escenas de acción están tan mal rodadas. Salvo un par de honrosas excepciones, secuencias como la del Jeep y en especial la lucha entre nuestro traumatizado protagonista y uno de los peludos engendros dentro de un granero son claros ejemplos de cómo no debe rodarse una escena de acción. Sin ritmo, sin gracia, con movimientos rápidos y continuos que desconciertan al espectador y no le dejan entender qué es lo que ocurre.

Decir, eso si, que Black Sheep resulta una película irregular y que desgraciadamente ésta irregularidad hace mella en el resultado final. Aunque el inicio de la película se trata con la calma que se merece, tomándose su tiempo, el film sufre un importante bajón en su parte central que a duras penas consigue remontar en el tramo final, ayudado sin duda por la estupenda escena en la que el rebaño devora sin piedad a un nutrido grupo de ganaderos ejecutivos.

Parece que Johnathan King no haya querido poner toda la carne en el asador a la hora de rodar esta película. Su film funciona como cine de terror y sobre todo como comedia, pero le falta cierta garra para reivindicarse como una obra propia y novedosa. En cualquier caso, Black Sheep da todo lo que promete aunque es cierto que podría haberlo hecho mucho mejor si hubiera sabido estructurar su metraje de un modo más efectivo.




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