Crítica de la película El Hobbit: un viaje inesperado por William Munny

Pues ya está, El Hobbit es justamente lo que se esperaba, una buenísima película de aventuras de la franquicia Peter Jackson, con la misma excelentísima calidad de ambientación que las tres entregas de El Señor de los Anillos. Nivel de los efectos espectacular, credibilidad absoluta, fidelidad muy difícil de lograr pero lograda y por encima de todo entretenida y divertida hasta el punto de olvidar el largo minutaje de su metraje.

Como ya se advertía, el hecho de ser una historia mucho más sencilla e infantil, más graciosa y menos intensa desde la violencia o la maldad, la coloca en un lugar de comparación odiosa ante su hermana mayor, pero no por ello baja en decibelios de entusiasmo. El Hobbit es una historia propia y se centra en sí misma, emocionado con sus armas y llena los corazones con la épica Tolkien en su haber.

En cuanto a los famosos 48 fotogramas de Jackson en las escenas de acción, movimientos de cámara y demás, aunque es cierto que a uno le chirría algo nada más notar extrañezas en la visión, no es una cuestión que dificulte o estropee. Recuerdo una única ocasión en la que ha cantado a leguas, en la enorme escapada de la cueva de los trasgos, pero por lo demás me atrevería a decir que crea hasta dinamismo, verosimilitud y agudeza de composición.

Y por lo demás especial atención en la figura de Bilbo Bolsón jovencito, interpretado por Martin Freeman, que logra transmitir la candidez de la raza, el espíritu de superación que impregna la forma de ser de un ser situado en la nada pero siéndolo todo, como ya dice Gandalf, inspirándonos coraje. La historia de siempre pero mejor y más allá contada.

A la espera de la segunda entrega, con calma, poco a poco, reconstituyéndonos con dvds versión extendida y cosas así, esta saga va a ser un valor seguro, algo inamovible dentro del mundo del cine y la gran industria. Su potencia y fuerza narradora así lo aseguran.