Con un reparto excepcional, lleno de señores que saben de esto más allá de la pura convencionalidad, Tierra de Pasiones parece una elegante y tranquila producción que con templanza ha llegado a nuestras pantallas y espero con aplomo.
Puede que este tipo de realizaciones pueda resultar poco atractiva por lo crispado de una historia de tiempos pasados, el término del dominio francés en Candadá, pero con ese toque histórico no demasiado definido que suele tener el cine que viene de otras personas fuera de la mega industria, se me antoja ligera y fácil de digerir.
Se trata de una apuesta arriesgada pero que tiene mi compromiso, por la tremenda seguridad con la que suelen distanciarse de lo sencillo, porque suelen contar historias firmes, porque no se pierden en el preciosismo y van al grano de un drama, transportando al espectador a una zona sensible que solo a veces consigue atarle a la butaca.
Yo creo que esta vez puede ser una de esas ocasiones.