La palabra que creo que mejor describe a esta película es “completa”. Con el pretexto de contarnos la alocada historia de esta gatita, Neil Jordan nos da un pequeño repaso a una época y a un lugar. Vemos una imagen muy crítica del IRA, se interesa por la Iglesia y su relación con el pueblo. Naturalmente, el conflicto de un gay en una época difícil. La carencia de los padres. Muchas cosas.
Y todas estas cosas nos llevan a situaciones tan emotivas como el “cara a cara” entre Neeson y Murphy en la cabina, interesante imagen del confesionario donde hablaron la última vez y donde ahora es el padre quien debe confesar sus pecados.
Por el camino vemos a grandes personajes y grandes actores. Brendan Gleeson y Stephen Rea especialmente. Rea en su papel de mago aporta un patetismo extra que le viene de perlas a la historia.
La fotografía, que busca el color azul en lugares insospechados, ofrece un resultado colorido que curiosamente no resulta estridente. Una contenida explosión de azul. Le da el glamour que necesita la historia pero no resulta chillona en ningún momento. En este sentido creo que el guión y la fotografía van parejos.
Como contras, antes de nada debo mostrar mi queja por el pésimo doblaje del protagonista con esa desagradable voz caricaturizada que estropea la gran actuación de Cillian Murphy. Como propio de la película se le puede achacar que sea demasiado convencional, a pesar de los pajaritos y la brillante escena de concepción. Se puede decir que tiene algún momento más flojo que otro. En todo caso una gran película a sumar a la filmografía de Jordan.