Finalmente no parece que exista esa estética a lo Wong Kar Wai como predecía en mi precrítica. De hecho, la película está filmada con un tono muy natural, quizá queriendo escapar un poco de ciertas modas locales. Se trata de un cine mucho más cercano a los estados unidos que a Hong Kong, tanto por su forma como por su contenido.
De hecho, este parecido no responde tan sólo a un concepto de tendencia sino a lo poco que se sale del renglón marcado por los desarrollos convencionales del cine negro. Toda la secuencia del secuestro, para la que no tengo ningún inconveniente especial, la hemos visto demasiadas veces ya en otras tantas películas. Quizá ese es precisamente el inconveniente.
Una historia bien llevada, construida sobre casualidades imposibles, que sabe guardar elementos de intriga sin recurrir a giros extremos, y que consigue enfatizar adecuadamente el dramatismo. Un buen reparto encabezado por la bellísima Zhou Xun, que nos regala un delicado trabajo excepto en algún momento en el que roza la sobreactuación.
Echo de menos un poco de riesgo por parte del director, Cao Baoping, que no muestra la energía de la ópera prima y se conforma con un trabajo bastante impersonal, más propio de un perezoso cineasta al final de su carrera.