Siempre que uno va al cine a ver la adaptación de un libro con el que disfrutó enormemente, existe el miedo a que la película no le sea fiel. Este no es uno de esos casos en que uno puede cabrearse por los cambios que se producen en la historia, que es casi calcada, pero ahí radica quizá su mayor fallo. La cinta no tiene ni un mínimo de alma en su realización, de hecho, Niels Arden Oplev ha sido sustituido en la dirección de las dos próximas entregas. Todos los personajes menos el de Lisbeth Salander parecían de cartón piedra, colocados estratégicamente en sus posiciones pero sin llegar profundizar en ellos. La reducción de metraje que expliqué en mi precrítica se nota en una sensación de corta-pega en muchos momentos. Y tengo mis serias dudas, porque no he tenido la oportunidad de preguntar esto a mis acompañantes, de que todo aquel que no se haya leído la exitosa novela homónima de Stieg Larsson haya podido seguir sus entresijos y misterios con facilidad.
Dado que el libro goza de más de seiscientas páginas, era inevitable que tanto pasajes como personajes quedaran sesgados y se ha optado acertadamente por limitar el argumento a la investigación sobre Harriet Vanger. Los escarceos de Michel Blomkvist con Erika y Cecilia Vanger quedan borrados de un plumazo (así como su peso en la historia) con lo que el final con una Salander herida en el corazón es suprimido. El caso Wennesrström solo aparece de pasada, con lo que la crítica social que hacía Larsson no tiene cabida. Los orígenes de Lisbeth Salander intentan explicarse un poco torpemente con dos escenas que debieran pertenecer a la segunda parte de Millenium. Por el contrario, se sacan del sombrero unos recuerdos de Blomkvist tenía sobre Harriet cuando era su niñera, a modo de repetitivos flashbacks, que sirven para explicar como este relaciona la similitud entre Anita y Harriet Vanger y consigue solucionar el enigma. Estos y otros pequeños retoques existentes no afectan a la esencia principal de la novela, pero si la dejan un poco superficial en muchos aspectos, como una fotocopia dónde reconoces las formas, pero no se acaban de apreciar los matices y la profundidad del original.
Lo mejor de todo, la interpretación que realiza Noomi Rapace como Lisbeth Salander. Es verdaderamente asombroso como han podido encontrar una actriz que encarnara a la perfección a este peculiar y apasionante personaje. Cuando ella está en la pantalla, transmite una fuerza apabullante y es con la única que consiguen plasmar con contundencia su personalidad, sobre todo por las escenas que comparte con el abogado Bjurman, que son realmente impactantes. Michael Nyqvist como Michael Blomkvist resulta un tanto pelele a su lado, sin esa faceta suya de conquistador, muy parco en expresividad y frío en su actuación.
Como lector del libro, das por buenas sus dos horas y media de duración, porque prefieres que se suprima lo menos posible, porque deseas volverlo a rememorar, analizando y comparando todo lo que se incluye y lo que no. Pero como simple espectador, aunque la historia cumple con todos los requisitos para entretener, final sorprendente incluido, puede resultar larga, con demasiados datos que asimilar y con saltos cronológicos y espaciales que pueden despistar.
Los seguidores de la trilogía de Larsson no quedarán defraudados, pero cinematográficamente hablando, sólo es una película de intriga más para pasar el rato. Eso sí, no pienso perderme las dos partes posteriores que quedan por llegar.