Las novelas de Cormac McCarthy son difíciles de adaptar. Ya les sucedió a los Coen. Claro que alguien me puede decir que con No es país para viejos se encumbraron. Pero gran parte de las críticas que se le hacen a esa película vienen por la parte de la adaptación o, mejor dicho, por la intención de mantener la fidelidad de la misma. Supongo que no es fácil meter la tijera en los duros y densos textos del ganador del Pulitzer.
Hace tiempo que se viene oyendo hablar de esta adaptación, incluso se barajó como una película para la anterior temporada de Óscars. El retraso tampoco le ha servido de mucho. Ni para Viggo Mortensen, que parece ser uno de los baluartes de la película con su interpretación. Junto a Mortensen, además de Kodi Smith-McPhee, el niño, estarán Guy Pearce, al que podemos ver en cartelera también con En tierra hostil; a Robert Duvall, un secundario de lujo, que hemos visto recientemente en Get Low, una de las películas sorpresa de los Óscar 2010; y a Charlize Theron, todo un festín para los ojos.
A cargo del proyecto, John Hillcoat, que tampoco es demasiado conocido por estos lares, director australiano que prepara con este film su gran salto. La película debe funcionar a nivel de atmósfera, debe oprimirnos en la butaca; ahí no creo que falle. Unas interpretaciones más que correctas y en el ambiente, lo mismo que pudo sucedernos con No es país para viejos. Un apego excesivo al texto, una falta de libertad, unos renglones que se siguen a rajatabla cuando el cuerpo pide otra cosa.