Me encantaría hacer esfuerzos más que considerables para dar una oportunidad a un film que viaja en caminos opuestos en el momento de la ruptura con una intención fiel de recrear una historia por otro lado complicada pero no por eso carne de cañón para la acción exagerada. Ni me apetece buscar minutos, pero podríamos localizarnos hasta el momento en que el señor y la señora llegan a vislumbrar esa serpiente que les ataca, todavía digna, todavía con ese carácter comercial pero intención pseudo filosófica, o tan solo ciencia-ficción seca. Hasta este momento me mantenía contento, sin mayores pretensiones, sólo quería que no se marchara por una autopista de disparos, pero sí pasó.
Las exageraciones fuera de la comedia, suele ser tremendamente complicadas, y ese juego de balas y disparos, ese malo tampoco definido ni siquiera en lo militar, ese otro malo que acontece de vez en cuando medio mareado por los acontecimientos, bajo la inmensidad de su gran laboratorio, esa facilidad con la que las cosas se explican a un par de clones que llegan a Los Ángeles sin ton ni son no me parecen ni formas ni maneras. De acuerdo que un mundo de cine de mala calidad en verano necesita algo más trabajado y aquí está el producto pero no va más caballeros.
Al final, a pesar de lo que al principio se denota, los personajes son carne, se mecen en un tumulto de turbinas, de disparos que no matan, de ser hombretón silencioso que por una marca irrumpe en el mundo de la justicia como por arte de magia previa conversación fuera de lugar. No era esto lo que yo quería ver, y puedo consentir chistes sobre motocicletas, intercambios de miradas entre seres genéticamente iguales, pero no así. Hasta llega a abusar de los besos, por favor. Si para encontrar la dirección de su patrocinador tengo que crear una impresionante secuencia de choques en coche, algo estoy haciendo mal, desde luego.