Podría decirse que esta película pertenece al género de agazapados con monstruo, las circunstancias y el contexto la enmarcan claramente. Sin embargo, el tono y la intención de la película, así como su ritmo, va en una dirección muy distinta.
Se centra sobre todo en ese microcosmos de personaje, muestra voluntaria de una sociedad que vive con miedo. El film trata básicamente de eso, del efecto del miedo sobre la sociedad, algo muy abordado en los días que nos toca vivir. Para ello se aprovecha de esos personajes tan característicos de Stephen King, a los que conocemos tan bien. Como esa estupenda Marcia Gay Harden, el personaje que pasa de ser ridiculizado, inofensivo, a tener un poder que le convierte en peligrosísimo. Lo hemos visto otras veces, especialmente de la mano de King, pero para mí sigue funcionando a las mil maravillas, especialmente en este caso con todo lo que representa socialmente.
Los diálogos están elaborados y en general, los personajes trabajados más allá del estereotipo, empezando por los dos vecinos enfrentados. Es una pena que no tengamos ningún intérprete verdaderamente carismático. Este Thomas Jane, que parece un cruce genético entre Tom Hanks y Christopher Lambert, es correcto pero insuficiente. Cuando tiene que gritar de manera desgarradora, no es desde luego un Pacino. ¿No es curioso que participara también en Cazadores de sueños?
El primer problema de la película es que, dentro de la cuidada composición de los personajes, se permita unas libertades demasiado incoherentes. Como la escena del almacén, en la que no se entiende la insultante falta de miedo cuando minutos antes nadie ha querido acompañar a la mujer. El final es molesto, demasiado forzado y previsible.
Pero el gran problema de la película lo encuentro en otra parte. Ya he dicho que no creo que esta sea una película de agazapados con monstruo, pero no por ello deja de estar sustentada en este subgénero. Se nota, y mucho, que Frank Darabont no lo domina. En un tiempo en el que estamos acostumbrados a ver películas en las que se manejan con extremada soltura todos los mecanismos, resulta algo pobre ver como esta película los usa con torpeza. Las escenas de tensión, en su mayoría están diluidas, los tiempos no funcionan, demasiado tentáculo. Para colmo, los efectos digitales dejan mucho que desear. Sin duda, Darabont funciona mejor en géneros más calmados.
Por manía del director, la película excede las dos horas, algo bastante excesivo para una película de este tipo. Más de un tiempo muerto. Quizá lo peor es la enorme previsibilidad que nos hace conocer a cada momento lo que va a ocurrir a continuación. A nivel argumental esto es normal, pues hemos visto esta estructura cientos de veces, pero es que también es previsible en cuanto a los sustos que se ven venir desde lejos. Si esta película no produce más terror no es por que no lo pretende, es porque en muchos casos no lo consigue.
Buenos personajes, segunda lectura interesante, pero una primera lectura bastante desfasada. No basta con mover la cámara con bruscos zooms para modernizar el estilo. Debería estar mucho más depurada. Aún con todo, creo que vale la pena verla.