Bernardo Atxaga, responsable del material literario original en que se basa Imanol Rayo para Bi anai, está encantadísimo con lo que el jovencísimo director ha conseguido, a partir de esa material primero. Al menos, no para de repetirlo, de hacerlo público, de cacarearlo en tantos medios como le ponen a su disposición.
No es realmente esto lo que me interesa, sino que son varias las voces ya que me han señalado que ojito con Rayo porque podemos tener nueva voz de personalidad muy marcada, muy segura, muy propia, en el universo cinematográfico vasco. Lejos de lo que quizá se pudiera esperar de material de este perfil (quien haya leído a Atxaga sabrá por dónde van los tiros), Rayo parece haber exigido a todos sus intérpretes una compostura fría, desligada de toda gestualidad emocional.
¿El objetivo del experimento? No puedo adelantarlo, claro, pero será la película quien tenga que desvelárnoslo y quien marque si las intenciones de Rayo funcionan, y si su apuesta (arriesgada) llega a buen puerto.
Ahora, se agradece que surjan nuevas figuras como ésta, y más con esa juventud: Hablamos de un director ¡nacido en 1985! En Euskadi muchos le señalan como la gran nueva figura del sector. Veremos.
Los riesgos se agradecen, y siempre se aceptan (es mas cómodo desde nuestra postura de espectadores/críticos, claro, todo hay que decirlo). Ahora solo queda esperar a que, además, dé en el centro de la diana.